Finalmente, quedó demostrado quiénes se encontraban detrás de la convocatoria de este 15 de noviembre, donde se movilizaron en su mayoría viejos conocidos y en menor medida jóvenes desconocidos.
Toda la parafernalia construida y orquestada, desde algunos medios televisivos y plataformas digitales pautadas para inflar la antesala de la movilización, resultó ser humo y no una reacción genuina de descontento social asentado en el sector ciudadano más joven del país.
El 15 de noviembre pasó y no derrocaron a ningún gobierno, los empresarios evasores fiscales siguen con sus deudas. La derecha disminuida y desesperada continúa extraviada, tratando de colgarse de causas y motivos que le ayuden a recuperar un poco de credibilidad.
Resulta muy torpe que el PRIAN y su oligarquía aliada intenten usar la careta de las juventudes que se vieron excluidas y condenadas durante el periodo neoliberal que, lejos de ofrecerles alternativas y asegurar derechos fundamentales, se dedicaron a estigmatizarlos, denominando ninis a aquellos jóvenes que no estudiaban ni trabajaban.
Cuando ellos tuvieron oportunidad de escucharlos y atenderlos, decidieron ignorarlos. Ahora intentan confundirlos, allegándose de influencers con poco compromiso ético, importando de manera patética símbolos extranjeros, destacando el uso y abuso del anime One Piece, lo que denota su profundo desconocimiento de dicha historia y del propio creador, quien abiertamente se define como de izquierda y admirador de Ernesto Che Guevara y de sus ideales revolucionarios.
Parece que es la misma derecha, que primero se aglutinó en el malogrado Bloque Opositor Amplio (BOA) -y que después se reconfiguró en FRENA, Va por México, la llamada Marea Rosa o la supuesta defensa del Instituto Nacional Electoral (INE)-, los mismos opositores de la 4T que, de forma vil y oportunista, han intentado apropiarse de luchas como la feminista o la ambientalista. Ahora pretendían sacar tajada del lamentable asesinato del compañero Carlos Manzo; nuevamente ven su plan abiertamente golpista e intervencionista, al exhibirse y fracasar de manera estrepitosa.
En los tiempos que vivimos, se reafirma que el modelo para derrotar al crimen es seguir abrazando a nuestros jóvenes, para impedir que se vean atraídos por la violencia y las redes delincuenciales.
En conclusión, resulta muy evidente que magnificar la convocatoria y sus repercusiones, induciendo un ambiente de antesala del derrocamiento de un gobierno legítimamente electo que cuenta con la votación más grande de la historia de México, desenmascara la ilegitimidad, más que de la marcha, de sus probados convocantes, que en sus ansias de vanidad y protagonismo no pudieron quedarse en las sombras.