Por muchos años, nuestra entidad, y en particular el municipio de Naucalpan -donde la pobreza y la opulencia se mezclan-, fue escenario de múltiples hechos delictivos.
Entre la impunidad, dejadez de las autoridades, complicidad de las policías, y miedo a atender el problemón, los índices delincuenciales crecieron de manera exponencial. Los alcaldes y gobernadores dejaron crecer el problema y se rompió literalmente el tejido social.
Ayer, la Secretaría de Seguridad del Estado de México, que comanda el maestro Cristóbal Castañeda, ofreció cifras sorprendentes: 50 por ciento menos en feminicidio y 41 por ciento menos en robo en casa habitación en septiembre, en comparación con el mes inmediato anterior (agosto).
Solamente fue posible por la coordinación de los tres niveles de gobierno; algunos dicen que porque Omar García Harfuch se metió de lleno al tema, y otros porque se alinearon los astros para la 4T: Presidencia de la República, gubernatura y alcaldía son del mismo color.
Más allá de bolas de cristal e invento de fórmulas secretas, por primera vez se atendió la catástrofe de manera real. Naucalpan era una zona de guerra. Asaltos en la calle, en el transporte público; se metían a tu casa a vaciarla, se bajaban del auto o te secuestraban para llevarte a un cajero y vaciarte las tarjetas.
Obviamente no está resuelto el problema, pero ayer en la Mesa de Paz, en aquella demarcación, se comprobó que sí se puede disminuir los índices delictivos, si se trabaja con inteligencia, honradez y recursos.
Nadie puede festejar. El problema está muy grave en los otros 124 municipios también, en las alcaldías chilangas vecinas y prácticamente en todo el país. Pero nadie puede regatear el éxito del combate a la inseguridad, con esta nueva política: sí a los balazos, y no tantos abrazos.
La percepción de inseguridad aún no disminuye, al contrario, aumenta cada día porque la cifras y porcentajes son fríos. Los medios damos cuenta de la barbarie y de la saña con la que se comenten los delitos cada día aumenta.
Naucalpan es un caso de éxito que se debe replicar en toda la entidad, y por qué no, en muchas partes del país. Sí al combate de las causas, sí al empleo y a las ayudas sociales, pero también más equipamiento, capacitación y mano dura de los cuerpos policiacos, a quienes nos quitan la paz.
Insistimos, sí a los balazos, y no tantos abrazos.
@GustavoRenteria gustavo@gusartelecom.com.mx
COLOFÓN:
+El Gobierno del Estado de México envió 216 toneladas de ayuda.
+300 servidores públicos están desplegados en distintos municipios de Hidalgo para realizar labores de limpieza, atención médica y remoción de escombros.
+Los vecinos damnificados agradecen la mano solidaria de los mexiquenses.