Considerado Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), la conmemoración de Día de Muertos es una tradición que une a los mexicanos, y en el Estado de México no es la excepción.
Los orígenes de la celebración se trazan hasta la época prehispánica con los pueblos originarios de Mesoamérica, cuyas creencias incluían a la muerte y el destino de los fallecidos, como el Mictlán.
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¿Cómo celebran los mexiquenses el Día de Muertos?
La tradición de los mexicanos indica que durante los días 1 y 2 de noviembre, se honra a los muertos visitando los cementerios y con altares en los hogares, pues la creencia indica que las almas de los seres queridos vuelven a casa.
La ofrenda tradicional consta de siete niveles, que representan los niveles que debe atravesar el alma para poder llegar al lugar de su descanso espiritual. Además de veladoras, alimentos, fotos y objetos personales de los difuntos, se les debe colocar agua; sal, como elemento de purificación que sirve para que el alma no se corrompa en su viaje de ida y vuelta, así como Pan de Muerto.
La flor de cempasúchil es imprescindible en las ofrendas y los cementerios, al igual que el copal, pues se cree que su aroma atrae y guía a las almas de los muertos. En alusión a la muerte y a la tradición de tomarla a broma, se colocan calaveritas de azúcar, chocolate y amaranto, así como de alfeñique, con el nombre del difunto para el que se dedica la ofrenda.
Además, en casas de cultura de los 125 municipios del Edomex se costumbra a realizar concursos de ofrendas o exposiciones de grandes ofrendas. En lugares como Teotihuacán hay eventos especiales en torno al Día de Muertos, además de Festivales y Ferias en torno a elementos de la temporada, como la Feria del Alfeñique en Toluca.
Alfeñique y cempasúchil en el Estado de México
Al ser parte fundamental de las celebraciones de Día de Muertos, productores de cempasúchil en el Estado de México se preparan con la producción de dicha flor de temporada, pues genera una derrama económica de más de mil 068 millones de pesos.
Según la tradición, el olor de la “flor de veinte pétalos” (cempohualxóchitl) o cempasúchil, es lo primero que notan los muertos al regresar el 1 y 2 de noviembre, además de que se cree que el color intenso de la flor les marca el camino de regreso.
En 2023, la producción de cempasúchil en manojo y maceta fue concentrada por pequeños y medianos productores en los 10 municipios de Edomex con mayor producción, que cubre el 75 por ciento de la demanda estatal. Esos municipios son: Texcoco
Atlacomulco, Ozumba, Tenango del Valle, Chicoloapan, Tenancingo, Tepetlixpa, Villa Guerrero, Chimalhuacán y Malinalco
En cuanto al alfeñique, es otro ejemplo de identidad cultural del Estado de México, pues es posible gracias a los maestros alfeñiqueros de talento local. La elaboración del dulce de alfeñique tiene lugar en los talleres artesanales de las y los maestros del arte popular, y a base de azúcar glas, clara de huevo, colorante, limón y chautle, se obtienen figuras como calaveras, borreguitos, gallinas, frutas, canastas y tumbas.
Estas piezas se decoran con colores vegetales con los que realizan grecas, espirales y coronas, que resaltan el trabajo y agregan detalles con brillantina o papel comestible.
Los municipios del Estado de México que destacan por su elaboración con alfeñique son: Toluca, Metepec, Calimaya, Capulhuac y Tianguistenco.